El corregidor español Cristóbal Godínez Maldonado escribió en 1581 esta Relación de Tetela del Volcán y Hueyapan:
“El pueblo de Tetela y Hueyapan no son pueblos de españoles, ni en ellos ni en lo que toma su jurisdicción nunca han residido ni residen, por ser pueblos pequeños y sujetos a la provincia de Xochimilco, como lo fueron en su infidelidad.
“En cada uno de los cuales hay un monasterio de frailes dominicos que los administran e instruyen en las cosas de la fe. El pueblo de Hueyapan, como pueblo por sí y cabecera más principal, aunque sujeta al corregimiento de Tetela, tiene a sus religiosos por sí, y monasterio, y otras tres estancias que acuden así a la doctrina como a lo demás, las cuales se llaman San Miguel, Santo Tomás y San Bartolomé.
“Tienen estos dos pueblos por la parte norte al volcán y a su serranía, por lo cual sus entradas y salidas son asperísimas y de muchas quebradas y barrancas.
“La denominación de Tetela se deriva de ‘un peñasco grande’ que está en dicho pueblo, a la salida hacia la parte de Hueyapan. Hueyapan quiere decir ‘pueblo de grandes aguas’; toma la denominación de un gran arroyo que pasa por una gran quebrada que está junto a dicho pueblo.
“La principal sujeción que Tetela y Hueyapan tenían era a Xochimilco, donde acudían a la voz y llamado de los señores de aquella ciudad, cuyos sujetos eran, y a donde acudían con sus tributos y servicios personales; y así, cuando a la parcialidad xochimilca se le ofrecía alguna obra común o hacer gente para alguna entrada [militar], acudía a estos pueblos y a todos los demás que le pertenecían. Tributaban de lo que comúnmente en sus pueblos se da y se cría, y así acudían con miel y mantas de henequén, gallinas y maíz; adoraban a los mismos dioses que los mexicanos adoraban; las costumbres, según su rudeza, eran loables, en especial el temor y reverencia que a sus dioses y a sus señores tenían, y la perseverancia y rigor que en guarda de su religión tenían.
“El hábito que traían era andar en cueros con una manta atada al cuello y un braguero con que cubrían sus vergüenzas, y ése se trae ahora, salvo que algunos usan ya unas camisas.